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Incendios forestales, tragedias dolorosas para nuestro país

En nuestro país anualmente se producen más de cien incendios forestales, casi todos provocados por distintas actividades humanas.

Las estadísticas sobre la ocurrencia de fuegos del Ministerio de Medio Ambiente dicen que en el periodo del 1995 al 2014 ocurrieron 3,104 incendios forestales, afectando a 2 millones 84 mil tareas.

Revisando solo las estadísticas de los años 2019 y las del 2020 se encuentra que en esos 24 meses ocurrieron 613 incendios. En el 2019 ocurrieron 382, afectándose unas 127 mil tareas. Las provincias con mayor incidencia fueron: La Vega 115, Dajabón 40, Bonao 22, Azua 17 y Elías Piña 12. En el 2020, se reportaron 231, consumiendo más de 46 mil tareas de bosques y ocurridos en 19 provincias, siendo las principales, La Vega 58, Dajabón 43, Santiago Rodríguez 26, San Juan 21 y Santiago 20, entre otras localidades.  Solo en estos dos años se quemaron unas 271,000 tareas de bosque, algo sumamente preocupante y doloroso, es como si se tuviéramos la intención de quemar todo el territorio de nuestro país.

Los incendios forestales son una tragedia, son eventos que provocan los mayores impactos sobre los ecosistemas montañosos de la República Dominicana; vastas zonas boscosas son convertidas en carbón y cenizas, transformando en islas de color lo que eran alfombras verdes, productoras de agua, secuestradoras de carbonos y generadoras de oxígeno.

Cuando estos siniestros ocurren en las cuencas hidrográficas, afectan seriamente el ciclo hidrológico, ya que al quedar los suelos desprotegidos de la cubierta vegetal, se reduce su capacidad de retención y percolación de las aguas lluvias, provocando torrentes de agua y lodos que sedimentan los cauces de los arroyos, ríos y represas. También, se afecta seriamente la calidad de las aguas que van a los acueductos y a los sistemas de riego.

Estos eventos provocan daños irreparables a toda la biodiversidad de las zonas incineradas, destruyen la micro flora y micro fauna que forman parte de la capa vegetal de los suelos, los que han tardado miles de años en formarse. Casi siempre los fuegos colocan al borde de la extinción a muchas especies de flora y fauna exclusivas de nuestra flora cuyos habitáculos se encuentran en estas montañas.

También se pierden bosques centenarios, únicos en el Caribe, compuestos por especies de árboles tan importantes como el nogal, las sabinas, los palo de cruz, los almendros, junto a los miles de pinos nativos y flora asociada que se quema inmisericordemente.

Imagínese lo que significa perder en un fuego una población de Jutia (Solenodon de la Española) mamífero endémico, considerado una importante especie prehistórica, un tesoro para la ciencia o las diversas especies reptiles, anfibios y aves, exclusivas de esas zonas de montaña. Estas sensibles pérdidas cuyo valor será siempre un enigma.

De cara al cambio climático, los incendios forestales tienen un impacto muy negativo sobre estabilidad ambiental del planeta, estos reducen grandes zonas de bosques secuestradoras de dióxido de carbono, son reguladores de las temperaturas y lo más grave es que con estos siniestros se liberan a la atmosfera toneladas de carbono que permanecían atrapadas en la celulosa de la madera, en las ramas secas y en la hojarasca del piso del bosque.

Otro fenómeno negativo que ocurre, es que luego de eliminada la vegetación original y el consecuente empobrecimiento de los suelos, se crean las condiciones óptimas para la proliferación de las especies invasoras, cuyo desarrollo impide el crecimiento de las especies nativas y endémicas que antes crecían en la referida zona.

Recientemente, la Academia de Ciencias expresó en un documento público, su preocupación sobre los incendios forestales y sus efectos, estimando entre 15 y 30 años el tiempo que tardarán esas zonas en recuperarse. Considero que la restauración de estos ecosistemas, indudablemente que tomarán largos años en lograrse, aunque nunca la estructura y la composición de las poblaciones vegetales y animales volverán a ser las mismas, y eso es lo lamentable y penoso.

Cada fuego deja a nuestro amado país, más pobre, menos diversos, más monótonos y eso tendrá negativas repercusiones, hasta ahora insospechadas. Las futuras generaciones de seguro que enjuiciarán nuestro proceder y la permisibilidad con que hemos actuado de la cara a los recursos naturales de nuestro país y por las condiciones desastrosas en que les estamos dejando los ecosistemas fundamentales de nuestra Nación.

Aun que es un poco tarde, el país en general tiene que hacer conciencia de la gravedad de los incendios forestales, pequeños y grandes, y las autoridades correspondientes deberían tomar todas las previsiones de lugar para evitar sus ocurrencias; para esto es prioritario fortalecer la Dirección Nacional de Manejo de Fuegos, dotándola de más recursos logístico, de mayor número de bomberos forestales, con mejores salarios y finalmente que se aplique sin contemplaciones lo que estipulan las leyes a los que provocan los malvados fuegos forestales.

Por Lic. Milciades Mejia

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