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Hoy se conmemoran 23 años de la muerte de Joaquín Antonio Balaguer

Hoy, lunes 14 de julio, se cumplen 23 años de la muerte del ocho veces presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer. El hecho ocurrió en horas de la madrugada en la clínica Abréu del sector Ciudad Nueva, donde había sido internado días antes.

Tenía 95 años y a pesar de su ceguera y muchas otras enfermedades, era todavía candidato presidencial de su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). Su deceso tuvo lugar apenas horas después de que el Congreso Nacional, de mayoría perredeista, aprobara una enmienda constitucional para restablecer el principio de la reelección presidencial, por el que tanto le criticaban sus adversarios.

Era domingo. Muy tarde en la noche del día anterior, la sesión conjunta de ambas cámaras habían aprobado una enmienda que le permitiría, dos años después, al presidente Hipólito Mejía presentarse para un segundo periodo constitucional, lo que finalmente hizo sin éxito.

Sus últimas horas

Apenas minutos antes de que exhalara su último suspiro, dirigentes de su partido fueron a verle a su lecho de moribundo para comunicarle la noticia. El restablecimiento del derecho a la reelección presidencial en cierta medida reivindicaba al anciano expresidente, pues ocho años antes, en 1994, un gran pacto político suscrito por las partidos más importantes del país redujo su octava y última presidencia a solo dos años, tras acusársele de haber ganado las elecciones de ese año por medios fraudulentos.

El acuerdo prohibía la reelección e introdujo importantes cambios en el sistema electoral, estableciendo la doble vuelta en los casos en que el candidato ganador no obtuviera más del 50% del sufragio y modificaba la estructura de la Junta Central Electoral, creando dos cámaras, una administraba responsable de organizar los procesos electoral, y otra contenciosa, para dirimir los conflictos que de ellos se originaran.

El primero en dar la noticia

CDN fue el primer medio en dar la noticia al país, apenas uno o dos minutos después del deceso. La noche anterior, Alicia Ortega y yo, habíamos terminado la transmisión de casi todo el día de la acalorada sesión en la que el Congreso reinstituyera el principio de la reelección en la Carta Magna.

Alrededor de las cuatro de la mañana, Fernando Hasbún me llamó para instruirme que fuera rápidamente a la clínica ante el rumor de que Balaguer había muerto. Me lavé la cara para quitarme el aspecto de cansancio y me vestí rápidamente, sin esperar mi primera taza de café del día, y manejé a alta velocidad hacia la clínica.

La seguridad del expresidente que me conocía, me permitió subir a la tercera planta donde estaba la habitación del paciente. El silencio allí presagiaba lo inevitable. Aproveché que el médico y la enfermera que lo atendían salieran de la habitación y me colé. No se oía respiración y el cuerpo yerto tenía los ojos cerrados. Salí y llamé a Fernando y le dije que creía que estaba muerto. “¡Tíralo!”, me gritó. Pero le pedí que esperáramos la confirmación médica para no arriesgarnos a un desmentido.

Yo era el único periodista en la sala, aunque Frank Guerrero, un fotógrafo reportero había estado allí cuando yo arribé al lugar.

En ese momento entró precipitadamente la diputada reformista Lila Alburquerque, muy cercana a su líder, y escuché su grito de desesperación. Llamé entonces a Fernando y le dije : “ ¡Sácame al aire ¡” y comencé diciendo. “Balaguer ha muerto….” Haciendo un breve recuento de su vida política.

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