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El suicidio político del PLD: Porqué una consulta en 2026 sería letal

En las próximas horas, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) discutirá en su Comité Político la propuesta de apertura del proceso de inscripción de aspirantes a la candidatura presidencial, bajo el mecanismo de una consulta interna. Esta discusión coloca nuevamente al partido frente a una encrucijada histórica: repetir los errores del pasado o abrirse al futuro con inteligencia y unidad.

La crisis interna se ha agudizado tras la imposición unilateral —sin diálogo ni consenso— de un calendario de apenas 30 días para la inscripción de precandidatos, con miras a celebrar una consulta en el primer trimestre de 2026. Esta decisión ha encendido las alarmas, al ser percibida como una jugada política para favorecer a Francisco Javier García, único inscrito al cierre del plazo. Mientras tanto, líderes como Abel Martínez, Francisco Domínguez Brito, Margarita Cedeño, Charlie Mariotti y Juan Ariel Jiménez decidieron no participar, cuestionando el carácter democrático y la oportunidad del proceso, que evidentemente inclina la balanza a favor de un solo aspirante.

Quienes defienden esta consulta argumentan que se aplicó en2019, pero omiten dos hechos fundamentales: en ese entonces, el PLD era el único partido sin candidato definido, y los tres aspirantes acordaron voluntariamente someterse a ese mecanismo. Hoy, ni hay consenso, ni se vive la misma coyuntura política.

El PRM cuenta con más de 17 precandidatos activos, y en la Fuerza del Pueblo, aunque todo apunta a la candidatura de Leonel Fernández, no se descarta la emergencia del fenómeno Omar Fernández.

Lo que parece un movimiento estratégico es, en realidad, un callejón sin salida. Francisco Javier García lleva ocho meses recorriendo el país en encuentros cerrados con dirigentes, evitando activamente el contacto con la base. Esta estrategia lo ha alejado de la militancia, y los datos lo confirman: no despierta entusiasmo, no conecta con el votante tradicional ni con el electorado externo.

A diferencia de Abel Martínez —cuya principal debilidad fue su estilo personal— el problema de Francisco Javier es de fondo. Abel, pese a sus fallos, movilizó cerca de 500,000 peledeístas en 2024 y hoy lidera en simpatía interna, muy por encima de Francisco Javier. La base lo reconoce. En cambio, Francisco Javier, aunque reconocido, no ha permitido que lo conozcan.

Su campaña se desarrolla en los pasillos del Comité Político y en eventos cerrados. No ha hablado al país, ni a las bases. Todo indica que, de resultar electo, verlo o escucharlo será tan difícil como concertar una cita en su villa en Los Mogotes.

Avanzar con una consulta en menos de un año le otorga ventaja al único precandidato en campaña activa, pero también margina a figuras clave para el relanzamiento del partido:

Margarita Cedeño, con alta simpatía en el electorado externo.

Francisco Domínguez Brito, quien obtuvo un 35% en el proceso interno frente a Danilo Medina y los demás barones.

Juan Ariel Jiménez, el más votado en la pasada elección interna, imposibilitado de participar por compromisos internacionales.

Charlie Mariotti, símbolo de equilibrio, experiencia y visión de partido.

Y, ¿por qué no?, incluso Gonzalo Castillo, cuya participación modificaría por completo el tablero electoral.

Cerrar el proceso ahora es cerrarle la puerta al crecimiento, a la competencia y a la unidad. Es un suicidio institucional. Significa alejarse de la ciudadanía, renunciar al debate interno y apagar cualquier llama de renovación. Si el PLD impone esta consulta en el primer trimestre de 2026, la dirigencia se desmotivará, la base se sentirá ignorada y el partido se arriesga a que su 10% obtenido en 2024 se convierta en un techo inquebrantable —o peor aún— en la pérdida de su personería como partido mayoritario.

Su nicho electoral coincide con el de Leonel Fernández: el votante racional de más de 40 años. Pero en ese segmento, el león sigue siendo el rey. Las encuestas son claras: Francisco Javier no supera el 5% en intención de voto. Apostar todo a él no es solo arriesgado; es suicida.

Dos caminos, una sola decisión

El PLD está ante una bifurcación. Solo existen dos salidas:

Imponer el calendario actual, enviar el mensaje de que el partido responde a una élite cerrada, y condenarse al fracaso más rotundo de su historia.

Abrirse, democratizarse, adecuarse a las normativas de la JCE, extender los plazos, permitir que todos los aspirantes recorran el país, se midan con tiempo, conecten con la base, y lleguen unidos al 2028, con un liderazgo legítimo, competitivo y renovado.

La primera opción favorece a un solo hombre. La segunda, al partido entero.

Como Moisés en el monte, me atrevo a proclamar el único mandamiento peledeísta: Si imponen la consulta en el primer trimestre del 2026, se condenan al fracaso. No alcanzarán ni un 5% en las elecciones del 2028.

Tomado de El Pregonero

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