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El Starship de Elon Musk obliga a desviar varios vuelos

SpaceX afrontó el séptimo vuelo de prueba de Starship con una ambiciosa renovación en la parte superior del megacohete y con la esperanza de pasar a una nueva fase en la evolución de la nave destinada a posar en la Luna a los primeros astronautas desde 1972. Pero la compañía espacial de Elon Musk se encontró con un rotundo fracaso. La nueva versión de la nave explotó sobre el Caribe cuando estaba saliendo al espacio —a 143 kilómetros de altura y más de 19.000 kilómetros por hora de velocidad—, ocho minutos y medio después de su despegue desde la base de Boca Chica (Texas, EE UU) este jueves, a las 23:37 hora peninsular española.

La lluvia de restos de la nave espacial no tripulada provocó el desvío de decenas de aviones en la zona y la Agencia Federal de Aviación de EE UU —FAA, por sus siglas en inglés— podría pedir a SpaceX una exhaustiva investigación sobre el accidente. Eso podría paralizar nuevos ensayos del artefacto, a pesar de que el mes pasado había preconcedido la autorización a la empresa de Musk para múltiples pruebas como la que ha fallado este jueves. La FAA declaró anoche que está analizando “la anomalía ocurrida” y que pronto actualizará su informe.

En un primer comunicado, la agencia aseguró haber “ralentizado y desviado los aviones alrededor del área donde estaban cayendo los restos del vehículo espacial” durante un breve intervalo de tiempo tras el que “se reanudaron las operaciones normales”. La FAA aseguró que había tomado esa medida porque estaban cayendo restos fuera de la zona de riesgo inicialmente cerrada al tráfico aéreo por el séptimo vuelo de prueba de la Starship, mientras que SpaceX lo descartó al realizar su resumen público de la misión.

Jeff Bezos logra poner en órbita el New Glenn, el cohete con el que hacer frente a Elon Musk
Es el primer gran revés de la empresa de Musk en la fase de pruebas del mayor y más potente cohete espacial jamás construido. A lo largo de los seis ensayos anteriores, SpaceX había conseguido primero despegar ese coloso de una altura equivalente a un edificio de 30 pisos, para en siguientes vuelos lograr separar las dos partes del cohete: el enorme propulsor inferior —llamado Super Heavy Booster— y la nave superior —llamada también Starship, o simplemente Ship—. Y en las últimas pruebas, ambas partes del cohete regresaron enteras a la superficie de la Tierra, aterrizando suavemente.

La explosión temprana de este jueves retorna a Starship al nivel de su segunda prueba, a pesar de un despegue aparentemente impecable y de que el propulsor Booster 14 regresó de manera precisa a la base tras haber dado el impulso inicial a la nave Ship 33 —un logro imprescindible para que el cohete sea en el futuro reutilizable—. Allí fue atrapado por unas pinzas mecánicas gigantes, igual que en el quinto vuelo de prueba, pero incluso de manera más controlada.

Justo unos segundos después de ese hito, llegó el fallo. SpaceX perdió la comunicación con la nave y, en cuestión de minutos, comenzaron a publicarse en redes sociales testimonios de una espectacular lluvia espacial sobre unas paradisíacas islas del Caribe. Elon Musk no tuvo reparos en publicar en su red social X un vídeo de los muchos capturados desde el archipiélago de Islas Turcas y Caicos (dependiente del Reino Unido), en la zona sobre la que explotó la nave. Musk añadió: “El éxito es incierto, pero el entretenimiento está garantizado”.

La compañía espacial del hombre más rico del mundo se limitó inicialmente a emitir un escueto comunicado en el que reconocía el incidente: “Starship experimentó durante su ascenso un rápido desmontaje no programado”. Este término es el eufemismo usado por las empresas y agencias espaciales para decir que han hecho explotar un vehículo en pleno vuelo. Y SpaceX añadió que sus equipos “continuarán revisando los datos de la prueba de vuelo de hoy para comprender mejor la causa. Con una prueba como esta, el éxito proviene de lo que aprendemos, y el vuelo de hoy nos ayudará a mejorar la fiabilidad de Starship”.

Más tarde, la empresa avanzó que parecía haberse “producido un incendio en la sección de cola de la nave”, lo que condujo a su detonación, y aseguró que trabajará en coordinación con la FAA para implementar las correcciones necesarias de cara a próximos ensayos. Y el propio Musk apuntó a que el incendio podía haberse debido a una fuga de oxígeno o combustible en un compartimento situado sobre los motores y prometió realizar modificaciones y nuevas comprobaciones en esa parte de la nave. “Hasta ahora, nada sugiere que haya que retrasar el próximo lanzamiento más allá de febrero”, concluyó el magnate tecnológico.

El reto pendiente de llegar a la órbita
SpaceX tiene previsto realizar dos docenas de vuelos de prueba más con su megacohete en 2025. Pendiente de que la FAA no paralice esos ensayos tras la explosión de la nave en su séptimo vuelo, la compañía espacial necesita esa intensificada frecuencia de lanzamientos —en 2023 fueron dos; y en 2024, cuatro— si quiere cumplir con sus dos siguientes grandes metas: mandar varias naves Starship a Marte en 2026 y proporcionar a la NASA un módulo de aterrizaje en la Luna, que será una versión modificada de la Starship, para la misión Artemis 3 que acaba de retrasarse hasta 2027.

Sin embargo, completar un cohete de tales dimensiones y potencia, y con un combustible diferente al de las otras grandes lanzaderas, es un reto inédito en la historia de la carrera espacial. De momento, tras casi dos años de pruebas después de su vuelo inaugural, el megacohete de Elon Musk nunca ha llegado a alcanzar la órbita terrestre. Esa es siempre la primera estación de paso en cualquier misión espacial, y allí sí llegó el supercohete de Jeff Bezos este mismo jueves en su primera prueba.

Starship, en cambio, no ha demostrado aún tener utilidad en el espacio. De las siguientes pruebas dependerá saber si, a corto plazo, podrá alcanzar la órbita terrestre baja para desplegar ahí aún muchos más satélites como los que ya entorpecen las investigaciones astronómicas; y para, desde esa primera parada obligatoria, repostar y tomar impulso para viajar a la Luna y a Marte. Mientras tanto, la NASA ha mostrado calma ante el ensayo fallido. El administrador de la agencia espacial estadounidense, Bill Nelson, felicitó a SpaceX por haber logrado capturar por segunda vez el propulsor del cohete y advirtió: “Los vuelos espaciales no son fáciles. Son cualquier cosa menos rutina. Por eso estas pruebas son tan importantes: cada una nos acerca a nuestro camino a la Luna y a Marte”.

Tomado de El País

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