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Abel Martínez: «Se disfrazaron de sociedad civil, pero siempre fueron peones de intereses foráneos»

El excandidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Abel Martínez, reaccionó ante la revelación de que miembros de la sociedad civil y periodistas dominicanos recibían financiamiento de la USAID de Estados Unidos con el propósito de actuar en contra de los intereses dominicanos.

“Durante años, los dominicanos hemos sido testigos de la hipocresía más descarada disfrazada de civismo. Movimientos como Participación Ciudadana y la Marcha Verde vendieron la idea de que eran los guardianes de la moral, los defensores de la transparencia y los abanderados de la lucha contra la corrupción”, expuso Abel Martínez.

Destacó el líder partidista que se presentaron como “imparciales”, como una sociedad civil “pura”, como los únicos que podían salvar a la nación del mal que supuestamente la carcomía. Pero, al final del día, no eran más que un instrumento político y de manipulación, movido por intereses oscuros y, lo peor de todo, financiado por dinero extranjero.

“El pueblo dominicano, en su buena fe, creyó en ellos. Miles de personas salieron a las calles convencidas de que marchaban por una causa noble. Pero el tiempo ha demostrado que todo fue un gran engaño. No eran más que un grupo de oportunistas disfrazados de redentores, con un objetivo claro: destruir políticamente al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y moldear el escenario político a conveniencia de ciertos sectores”, puntualizó.

¿Quién financiaba a estos supuestos defensores de la transparencia?

Manifestó que uno de los puntos más escandalosos de toda esta trama es que, Participación Ciudadana ha recibido financiamiento de organismos internacionales como, la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).

¿Por qué una agencia extranjera invierte dinero en un “movimiento ciudadano” en República Dominicana? ¿Desde cuándo una potencia extranjera se interesa en nuestra transparencia sin esperar algo a cambio?, se preguntó Martínez; “la respuesta es obvia: era una operación política disfrazada de lucha social”, alegó.

“Estos grupos no representaban al pueblo, sino, a intereses internacionales que buscaban desestabilizar el país para luego ejercer influencia en su destino. Y lo lograron. Manipularon la narrativa, empujaron un discurso de odio y convirtieron la corrupción en un arma de guerra política”, sentenció Abel.

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