Después de siete años alejada de los escenarios, Rihanna ha vuelto esta madrugada de la forma más monumental posible para una artista pop: el concierto del medio tiempo de la Super Bowl. La cantante de Barbados, además de repasar sus grandes éxitos, también ha sorprendido a los millones de espectadores del show con un ceñido vestuario que revelaba nada más y nada menos la que es y será una de las noticias del corazón de este 2023: su segundo embarazo.
La cantante de Barbados, de 34 años, arrancó su espectáculo en el State Farm Stadium de Glendale, Arizona (EE.UU.), desde una plataforma elevada, donde se tocó suavemente el vientre, un gesto con el que hizo estallar las redes sociales con rumores sobre un posible embarazo. Un representante del artista ha aclarado las dudas a The Hollywood Reporter explicando que Rihanna espera el que será su segundo hijo, después del que tuvo en mayo de 2022 con el rapero ASAP Rocky. De hecho, el pasado jueves la cantante explicó que fue precisamente la maternidad la que le dio fuerzas para aceptar el reto de ser la estrella invitada del descanso de la final de la NFL, pero nadie interpretó que se refiriera a un nuevo hijo. “Cuando eres madre sientes que puedes hacer cualquier cosa”, dijo en una rueda de prensa en la que estuvo sentada y no se pudo apreciar que vuelve a estar embarazada.
La actuación en la Super Bowl, que enfrentó a los Philadelphia Eagles con los Kansas City Chiefs, supuso el regreso a un escenario de esta estrella del pop después de siete años dedicada a su empresa de maquillaje, Fenty Beauty. Una empresa que muy astutamente ayer estuvo muy presente cuando uno de los bailarines sacó una cajita de polvos para la cara en plena actuación para que la artista se retocara ante todo el estadio y el medio planeta que lo está presenciando.
Como era de esperar, la estética no ha sido cuestión menor para Rihanna, que también ha hecho su incursión en el mundo de la moda con la firma Fenty Fashion. Aún así, para la ocasión no se ha vestido con ningún diseño propio sino que ha optado por creaciones de grandes firmas de lujo. Su mono rojo lo firmaba Loewe y sus dos abrigos –el primero, más corto, y el segundo, en forma de capa– los firmaba la maison francesa Alaïa. Además de una esplendorosa joyería en forma de broches sobre el pecho derecho, la artista llevó también calzado de color rojo de la firma francesa Maison Margiela, otra firma de lujo con una inspiración vanguardista. Destacó especialmente el hecho de que llevara reloj, un complemento poco habitual para alguien que hace un show así, pero que resulta comprensible dentro de su universo de artista urbana. El elegido fue un Jacob & Co Northern Lights Rose Gold Red con la esfera repleta de diamantes.
Vestida con un mono rojo –con una capa XL como las que siempre acaba escogiendo para sus momentos sociales más importantes– y acompañada por decenas de bailarines vestidos de color blanco, la cantante revivió sus grandes éxitos en un espectacular escenario formado por pasarelas que parecían voladoras. La de Barbados, que a diferencia de ediciones anteriores no tuvo ningún invitado sorpresa, hizo bailar al público con auténticos clásicos como Bitch, better have my money, We found love y Work, que interpretó sin cambios de vestuario y muy seguidos. Riri, como le llaman sus fans, se reservó Umbrella –el hit que la lanzó mundialmente– y Diamonds para la traca final, momento en el que se elevó de nuevo a solas con un micro a la plataforma elevable central, desde donde cerró su épico show de 15 minutos con un espectáculo de fuegos artificiales.
Tomado de Ara